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Memorias de un feo

Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre : "Hicimos lo que pudimos... pero nació vivo". Mi mamá no sabía si quedarse conmigo o con la placenta.

Como era prematuro me metieron en una incubadora... con vidrios polarizados. Mi madre nunca me dió el pecho porque decía que solo me quería como amigo.

Yo siempre fui muy peludo. A mi madre siempre le preguntaban: Señora, a su hijo ¿lo parió o lo tejió?. Mi padre llevaba en su billetera la foto del niño que venía cuando la compró.

Pronto me di cuenta de que mis padres me odiaban, pues mis juguetes para la bañera eran una radio y un tostador eléctrico.

Una vez me perdí. Le pregunte al policía si creía que íbamos a encontrar a mis padres. Me contesto: "No lo sé, hay un montón de lugares donde se pueden haber escondido".

Mis padres tenían que atarme un trozo de carne al cuello para que el perro jugara conmigo. Si, amigos, yo soy FEO, tan FEO que una vez me atropello un coche y quedé .....mejor.

Tuve que trabajar desde pequeño. Empecé en una veterinaria; y la gente no paraba de preguntarle a mi jefe que si era de raza.

Un día me llamo una chica diciéndome: “Ven a mi casa que no hay nadie”. Cuando llegue a su casa efectivamente no había nadie.

El último deseo de mi padre antes de morir fue que me sentara en sus piernas. Lo habían condenado a la silla eléctrica.

Aun así me queda sólo un alivio que me reconforta y me llena de satisfacción. Por lo menos he llegado a donde ni siquiera yo pensaba...

 

 


¡¡¡Presidente del Gobierno!!!
 
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